La hora de llevar a nuestros hijos a la cama, puede convertirse a menudo en toda una batalla.
Bien porque no sienten sueño o están nerviosos o están haciendo algo que no quieren interrumpir.
El resultado es el mismo: no quieren acostarse. En el post de hoy te damos algunas rutinas que te ayudarán a la hora de llevar a tus hijos a dormir.
Los niños pequeños necesitan dormir un mínimo de horas para crecer sanos, el descanso es algo fundamental en el desarrollo de los más pequeños.
Debemos intentar que esas horas se cumplan, para ello sería conveniente establecer una hora fija en la que nuestros hijos tienen que irse a dormir.
Además, el hecho de saber de antemano a qué hora tienen que irse a la cama, hará que lo vayan asumiendo y cuando llegue el momento no se desate el enfado.
Cuando vaya llegando la hora podemos ir avisándolos para que el proceso no sea tan brusco.
Por ejemplo, indicarle que “quedan 10 minutos para irse a dormir”, “5 minutos…”
Que nuestros hijos no se encuentren nerviosos o alterados cuando llegue el momento de acostarse, es muy importante.
Para ello, hay varias rutinas que podemos llevar a cabo y que harán que se relaje.
Nuevamente, el establecer horarios será primordial, si cada día hacemos el mismo “ritual”.
Será mucho más fácil para nuestros hijos aceptar esas acciones.
Cada día, aproximadamente a la misma hora, darles un baño tranquilo.
Tras llegar a casa, merendar, jugar… el baño puede ser la señal que marque el proceso de irse a la cama.
Tras el baño, ponemos los pijamas y cenamos relajados, aunque no cenemos a la misma vez que nuestros hijos, es conveniente que nos sentemos a la mesa con ellos.
Podemos hablar tranquilamente sobre las cosas que nos han sucedido a lo largo del día.
Lo conveniente es que la cena sea lo más ligera posible.
Una cena muy copiosa o pesada puede hacer que les cueste dormir o el descanso no sea óptimo.
Siguiendo con las rutinas, debemos acostumbrar a nuestros hijos a ir al baño, si lo necesitan, antes de meterse en la cama.
Así evitaremos que se despierten en mitad de la noche o que no se den cuenta y se les escape el pis.
También hay que acostumbrarlos a que se laven los dientes.
Crear un buen ambiente en la habitación es también muy importante.
Que la luz sea tenue o que la temperatura sea la adecuada, son factores que repercuten a la hora de conciliar el sueño.
Una vez estén metidos en la cama, arropados y cómodos, podemos quedarnos un ratito con ellos.
Bien leyéndoles algún cuento, cantando una suave canción o simplemente haciéndoles compañía hasta que empiecen a quedarse adormilados.
Si somos constantes en estas rutinas a la hora de ir a la cama, nuestros hijos las irán adoptando y acabarán por aceptarlas de forma natural.
Haciendo que ese temido momento de enviarlos a dormir no sea una mala experiencia, sino todo lo contrario.