La mayoría de los que somos padres hemos vivido la experiencia de que nuestro hijo comience a gritar en mitad de la noche y lo encontremos sudando, alterado y todo ello sin que llegue a despertarse.
Esto es lo que conocemos como terrores nocturnos.
Suelen ser habituales en niños y niñas entre 3 y 8 años y se producen por una hiperactivación del sistema nervioso central mientras duermen.
Las causas pueden ser varias y están asociados a momentos de estrés que haya podido vivir el pequeño.
Como dormir en un sitio desconocido, enfrentarse a una situación diferente como empezar en un nuevo colegio o que esté enfermo o muy cansado.
Suceden durante la primera fase de sueño profundo.
En ese momento de transición entre la fase no Rem y la fase Rem, ya que esa transición se realiza de modo brusco debido a que el sistema nervioso de los pequeños es todavía imperfecto.
Lo mejor es esperar a que pase, normalmente los niños ni siquiera llegan a despertarse y continúan durmiendo.
No hay que intentar despertarlo ya que puede ser contraproducente.
Normalmente despiertan desorientados y sin saber muy bien qué ha sucedido.
Los terrores nocturnos suelen ser una etapa que termina pasando conforme el sistema nervioso va madurando.
Aunque los terrores nocturnos es algo para lo que no hay solución, ya que son una fase que pasará, si que hay una serie de acciones que podemos poner en práctica para intentar remediarlos, en la medida de lo posible.
El entorno es clave y favorecerá a que tu hijo se sienta cómodo y protegido, lo que ayudará a que el sueño sea tranquilo.
Lo importante es que el ambiente de descanso de nuestros hijos sean lo más favorable posible. Los terrores nocturnos se manifiestan en una etapa de la vida de los pequeños y terminarán pasando.
Mientras tanto podemos ayudarles con estos consejos.