«Hemos tocado fondo». Vicente Folgado, presidente de Fevama, la patronal valenciana de la industria del mueble y la madera, anunció ayer un punto de inflexión en una tendencia a la baja en la fabricación nacional de muebles que se arrastra desde la tremenda contracción comercial en todo el mundo a raíz del atentado contra las Torres Gemelas en 2001. La curva descendente cobró mayor pendiente cuando el sector de la construcción frenó en seco en España a finales de 2007. En el primer trimestre de 2010, la producción nacional cayó un 11%. En el segundo, otro 6,5%. En el tercero, un 4,5%. Por primera vez en años, las estimaciones para el cuarto trimestre arrojan una subida del 1,6%.
«El consumo nacional sigue bajo mínimos», sentenció Folgado, pero el mercado europeo empieza a moverse. Los fabricantes españoles han sorteado el alza del euro respecto al dólar porque venden la inmensa mayoría de su producción en el seno de la Unión Europea y porque «las operaciones de venta en Rusia también se cierran en euros», añadió el presidente de Fevama.
Pero no se vende cualquier cosa. Folgado compareció junto a Vicent Martínez y Jesús Navarro, director general y responsable de desarrollo corporativo del Aidima, el instituto tecnológico de la madera y el mueble; Víctor Grafia, presidente de Fecomvac, la federación de comerciantes de muebles; y Bruno Broseta, secretario autonómico de Industria, para presentar la próxima edición de Cosmu, un congreso que analiza las tendencias del mercado del mueble, junto al primer congreso nacional de comerciantes, la próxima semana en Valencia.
Navarro explicó que a lo largo del primer semestre del año cayó la producción del 60% de los fabricantes de muebles por encima del 6%. Pero el restante 40% logró un ligero repunte del 1%. «Crecieron los que estaban orientados al cliente».
El sector de la madera del mueble dispone de tres observatorios para analizar la evolución del mercado, las previsiones a medio plazo y las tendencias a más largo plazo. La orientación al cliente pasa por analizar a fondo la evolución de la demanda. «O nos anticipamos a las necesidades del cliente o nos quedamos fuera del mercado», resumió Navarro.
El responsable de desarrollo corporativo de Aidima ofreció algunas pinceladas sobre el cliente del futuro. Cobran importancia los hogares monoparentales, con o sin hijos. Y lo que Navarro identificó como «familias reconstituidas»: «Es el caso del hogar que comparte una pareja durante la semana pero que debe acoger a seis personas de todas las edades los fines de semana porque ambos tienen la custodia compartida de los hijos de matrimonios anteriores».
Las posibilidades de ofrecer el producto adecuado requieren una comunicación horizontal fluida con constructores y otros sectores vinculados al hogar como la cerámica o el textil.
También cobra relevancia el «factor emocional» en la compra, una vertiente que explotan con éxito todos los fabricantes de nuevas tecnologías.
Pero esa atención a las necesidades del mercado tropieza con inercias y hábitos adquiridos y requiere «una actitud hacia el cambio y un entorno dispuesto a desaprender y aprender el oficio de nuevo».
En paralelo, el congreso analizará la necesidad de reorientar toda la estrategia de producción. Folgado explicó que «hace falta financiación; formación de los trabajadores, de los mandos intermedios y de los gerentes; innovación de producto, de proceso y gestión global de la empresa, de toda la cadena de custodia, desde el proveedor hasta el fabricante y el consumidor».
El primer problema es que las pequeñas empresas «se refugian en cambios de producto para intentar sortear la crisis», apuntó Martínez. «Pero hay que dotar esos cambios de estrategia para que sean útiles», añadió el director del Aidima.
Entre otras cosas, hay que considerar al cliente como fuente de innovación; pasar de la competencia a la colaboración con empresas del mismo sector; romper la individualidad característica del tejido industrial valenciano y, una vez más, «vincular toda la estrategia al cliente final», añadió el director del Aidima.
«Frente a la globalización, orientación al cliente», concluyó como un mantra Jesús Navarro.